EL
MUNDO
11 enero
2017
Galiana Legorburu
Toxinas y grasa no es lo mismo. Y aunque comer de manera saludable
ayude a eliminar ambas cosas, son en realidad objetivos diferentes que
requieren tomar, también, medidas distintas.
En este
sentido,
Es más,
Aguirre advierte de que muchas dietas de adelgazamiento no solo no favorecen la
desintoxicación del organismo, sino que influyen negativamente en ella.
"El mero hecho de restringir drásticamente el aporte calórico, ingiriendo,
por ejemplo, solo zumos o alimentos ricos en proteínas, provoca en nuestro
organismo un mecanismo compensatorio que genera un nivel muy alto de residuos
tóxicos que pueden afectar incluso a nuestra función renal y hepática".
Por eso, insiste en que el número que aparece en la báscula no es un indicativo
fiable de nuestro estado de salud. "Al margen de las modas y estrategias
publicitarias lo cierto es que desde hace ya miles de años nuestros antepasados
hablaban de la necesidad de purificar el organismo. Es fácil encontrar culturas
y religiones en las que incorporan pautas como el ayuno o la eliminación de
ciertos alimentos durante algunos periodos de tiempo", añade la
nutricionista.
Ahora
bien, ¿necesitamos una depuración después de los excesos? Depende. Como explica
Aguirre, habría que tener en cuenta cómo ha sido la alimentación durante el
año. "Si ha sido sana y equilibrada no deberíamos preocuparnos en aplicar
ningún tipo de dieta especial, ya que el propio organismo se encargará de
recuperar su estado original paulatinamente. Sin embargo, si no es así, lo
mejor es ponerse en manos de un profesional. No solo para perder los kilos de
más, sino para que nos ayude a cambiar nuestros hábitos de forma
generalizada", sostiene la experta. "Cuanto más restrictiva es una
dieta, peores son los resultados a largo plazo", añade.
La
salud es la mayor perjudicada. Ya sea durante los excesos, o con peligrosas
purgas después de ellos, lo cierto es que, muchas veces, se olvida el objetivo
final de la alimentación: mejorar la calidad de vida. Sobre esto, Aguirre
recuerda que el metabolismo es un mecanismo complejo y en constante adaptación,
por lo que una repentina restricción calórica ayudará a perder peso en un
primer momento, pero no a largo plazo.
"Nuestro
metabolismo se adaptará a ese cambio, y en cuanto nos reincorporemos a nuestra
dieta habitual, este tenderá a almacenar grasa, pensando que se encuentra en
época de restricción de alimento, recuperaremos rápidamente lo perdido (el
temido efecto "yo-yo")", argumenta la experta. De la misma
manera, hay que entender que no solo importan las calorías, sino lo que aportan estas. Por eso, la nutricionista defiende que hay
nutrientes esenciales que solo se pueden obtener a través de los alimentos y
cuyo déficit se asocia con síntomas como dolor de cabeza o somnolencia.
"La clave está en el equilibro y en no someter a nuestro cuerpo a periodos
de excesos y carencias intermitentes de forma prolongada. Lo que sí resulta
efectivo es compensar un exceso puntual haciendo la comida posterior más
ligera", asegura.
Y no,
tampoco es necesario recurrir a productos 'detox'
específicos. Según cuenta Aguirre, la naturaleza ofrece absolutamente todo lo
que el organismo necesita para depurarse. El cuerpo es capaz de hacerlo por sí
solo. Eso sí, hay que proporcionarle los ingredientes adecuados. En este caso,
la experta recomienda aumentar el consumo de frutas y verduras que antioxidantes,
así como una cantidad adecuada de fibra para expulsar las toxinas.
Cinco consejos para el 'detox'
postvacacional
·
Más frutas y verduras.
Un mínimo que solo un 11% de la población cumple, y que es esencial dentro de
una dieta equilibrada. "Deberíamos tomar entre dos y tres frutas al día, y
verdura en todas las comidas principales. Si es plato único, la mitad de
nuestro plato deben ser hortalizas", asevera la experta.
·
Sin olvidar los granos
integrales. Las legumbres, los cereales integrales y las semillas son
fundamentales en la alimentación. "Aunque históricamente hayan sido
considerados como 'calóricos', son grandes aliados para bajar peso por su gran
concentración de nutrientes. Y, sobre todo, por su elevado contenido en
fibra", sostiene Aguirre.
·
Evita los alimentos
procesados. Culpables, junto al sedentarismo, del sobrepeso, los alimentos
procesados esconden adictivos, azúcares y grasas de mala calidad que atentan
gravemente contra la salud, y la línea.
·
No te acuestes con el
estómago lleno. Las cenas pueden convertirse en el peor enemigo de una dieta
saludable. Y es que a última hora del día se pueden echar por tierra todos los
esfuerzos de la jornada. La pereza, la falta de tiempo o el estrés pueden
provocar que nos excedamos con las cantidades en esta comida. Por eso, como
dice la nutricionista, al ser previas al descanso, es mejor que sean ligeras y
un par de horas antes de acostarse.
·
Cuida tu cuerpo con
productos ecológicos. Otra manera de compensar los excesos es prestando
atención a la calidad de los alimentos que ingerimos. "Los alimentos de
producción ecológica no solo tienen mayor concentración de nutrientes, sino que
además no tienen la carga tóxica de la producción convencional. Una forma de
ayudar al hígado a hacer su labor es eligiendo alimentos libres de
tóxicos", aconseja la experta.